A día de hoy son muchas las empresas que continúan rigiéndose por las reglas de la industria de finales del S. XIX y principios del XX. Son las reglas de un modelo que ya no funciona: tamaño, productividad, calidad… no garantizan la supervivencia de un negocio.
En el año 2011 el consultor de negocios e investigador James C. Collins publica Las empresas que sobresalen, obra referente para la gestión empresarial del S. XXI de la que ha vendido más de 2,5 millones de copias en tapa dura desde su publicación y ha sido traducida a 32 idiomas. Tras un amplio estudio a 28 empresas, Collins y su equipo detectaron que una serie de ellas superaban a la media en rentabilidad de sus acciones; pasaban de tener buenos resultados a tener resultados extraordinarios. Estas empresas presentaban una serie de rasgos comunes, las claves -según Collins- determinantes de la excelencia en lo que se refiere a estrategia y práctica de la gestión empresarial.
Ángel Medinilla lo tiene claro: “Las empresas digitales deben seguir los parámetros de Jim Collins”, remarcando tres de ellos como fundamentales para llegar a ser “una empresa que sobresale”:
- La cultura empresarial y el liderazgo. Podrán llegar a ser excelentes las empresas con culturas potentísimas y liderazgos (antropológicamente hablando) muy marcados: personas que inspiran. A tener en cuenta que el cambio meramente estético, sin llegar a la raíz empresarial, no será sino un autoengaño.
- La adaptabilidad. Que se adaptan, aprenden, experimentan, “cambiaformas” … Lo cierto es que el cambio es duro y de ahí la reticencia de tantas compañías a prestarse al mismo. Sin embargo, las empresas que sobresalen son las que han incorporado el cambio como parte de su ADN.
- El equipo. Uno de los denominadores comunes que detecta Collins en las empresas que sobresalen son los equipos que colaboran y se autoorganizan. Estos equipos no pueden darse sin que la empresa asuma y comprenda la necesidad de los mismos. “Hay empresas -advierte Medinilla- que prefieren estar equivocadas a tener incertidumbre”. Defiende la autoorganización colectiva frente a la microorganización de los trabajadores.
Transformación digital y Agilidad empresarial
Oímos hablar de ella constantemente, pero ¿sabemos qué implica el concepto? Transformación Digital no tiene tanto que ver con herramientas, redes sociales… “¡Si ahora estamos todos en el negocio del software, independientemente del servicio o producto que proporcionamos!” apunta Almudena Rodríguez. La experta hace referencia a un documento de Jeff Gothelf (Harvard Business Review) en el que se evidencia la importancia de una organización ágil. La digitalización y la agilidad de los mercados nos obligan a “reexaminar cómo estructuramos y gestionamos nuestras organizaciones. Conforme la naturaleza de la entrega de software se hace más continua, somos capaces de crear un nuevo tipo de conversación con el mercado, una más continua”. De eso va la Transformación Digital: la agilidad de las conversaciones requiere rapidez a la hora de tomar decisiones, no hay tiempo de que todas las decisiones pasen por Dirección porque esto limita mucho la capacidad de reacción empresarial. Esta afirmación, de nuevo, sustenta la importancia de los equipos autoorganizados. “Para dar soporte a esta optimización rápida e iterativa de nuestro producto, la organización que financia, gestiona, provee y lidera a nuestras personas debe mostrar el mismo nivel de Agilidad”. Asumamos implícito el conflicto directo entre gestión empresarial y capacidad de ejecución de los equipos. El cambio, es lo que tiene; La recompensa se llama supervivencia del negocio.
El reto
Y entonces la pregunta es: ¿Qué hacer para llevar a la empresa hacia la Transformación Digital? Rodríguez Pardo apunta hacia las empresas con divisiones: “No intentes mover un portaaviones sino divisas de barcos en la misma dirección”. Aporta seis pautas fundamentales para lograr el reto de la Transformación Digital:
1. Abraza la complejidad y el cambio.
2. Enamora al cliente (el cliente en el centro de la estrategia; maximización del valor frente al beneficio). Clientes felices requieren empleados felices.
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“No pienses en cómo hacer el mejor taladro del mercado, sino en cómo cuelga el cliente el cuadro en la pared”. Almudena Rodríguez Pardo |
3. Cultiva la cultura de la empresa: atrae talento, proporciona un propósito, desarrolla a los individuos, promueve la autoorganización.
4. Desarrolla modelos colaborativos: invierte en equipos de alto rendimiento, crea equipos “cross-funcionales”, que trabajen juntos bajo un buen sistema de toma de decisiones y liderados por la mejor o el mejor coach.
5. Reduce el ciclo de feedback: huye de los proyectos con ciclos largos en busca de la agilidad empresarial. Todas las organizaciones, independientemente del tamaño, deben tener procesos ágiles.
6. Innova, experimenta, aprende… Asume una dependencia del contexto, libera espacio en el sistema, involúcrate en una mejora continua. Se estima que, para ello, las empresas deberían ceder el 20% de la jornada laboral de cada empleado a la innovación.
En definitiva, muchas empresas cometen el error de pensar que Transformación Digital tiene que ver con tecnología mientras que el concepto afecta directamente a aspectos de la cultura empresarial, a su transformación cultural, y a un cambio profundo en su forma de relacionarse con el mercado y con la plantilla.
El sistema de gestión empresarial con el que se trabajaba hasta ahora se ha quedado obsoleto. “¡Despertad al gigante! -solicita Almudena Rodríguez a cada responsable empresarial- Vuestra labor no es transformar a la empresa sino despertar al gigante que representa la fuerza colectiva de todos y cada uno de los trabajadores de vuestras empresas. El futuro es tan incierto que los negocios solo podrán sobrevivir rebañando la inteligencia colectiva de los equipos”.